Marcelo Carroll, experimentado reportero gráfico de El Clarín, relató el terror que se vivió la noche del jueves 6 de octubre en las afueras del estadio de Gimnasia.
La tragedia dejó un hincha muerto y al menos ocho heridos como consecuencia del accionar de la Policía, que reprimió con gases lacrimógenos y balas de goma a los aficionados que intentaban ingresar a las puertas que ya estaban cerradas.
Carroll contó que llegó al Juan Carmelo Zerillo cerca de las 21.15, quince minutos antes del comienzo de un duelo que sería trascendental para la pelea por el título.
«Cuando llegué, todos los accesos de prensa y a la platea estaban bloqueados. Estaba la Policía Montada y en eso llegó la barra que no tenía entradas y quiso entrar», comienza su relato.
El fotoperiodista dijo: «del lado de la popular se vinieron todos los hinchas para tratar de ingresar por ahí. Se acumularon todos al lado de la puerta. Había otra gran cantidad de hinchas que sí tenían boleto y lo mostraban pidiendo que se les permita el acceso para ver el partido. Fue entonces que comenzó lo peor.»
«En un momento la Policía se descontroló y empezó a tirar gases. La oscuridad de esa calle, que está practicamente dentro del Bosque, con piedras, los heridos y el humo hizo que una noche de fútbol se convirtiera en un caos tremendo», contó.
«Había desorden, gente desbordada, barras que querían pegarle a cualquiera… Si te veían con una cámara te venían a pegar. Tenías que correr. Era un descontrol. Un caos», narró.
El fotógrafo contó que la situación de tensión duró cerca de 15 minutos, aunque la Policía arrojó gases durante casi una hora, incluso una vez comenzado el encuentro.
El reportero contó que con la pelota rodando siguieron los gases, los enfrentamientos «y la gente que podía se iba por el Bosque porque ya no se aguantaba más el humo».
Para Carroll, que nunca pudo ingresar al estadio, el instinto de supervivencia le hizo tomar la determinación de irse del epicentro de los incidentes.
Sin embargo, los rastros de la batalla campal se observaban por los alrededores. Había cientos de personas recibiendo asistencia de Defensa Civil, enceguecidos y con problemas respiratorios por los gases lacrimógenos.
«Era un caos y había que irse porque ya no se podía sostener estar ahí. Después comenzó a salir la gente de adentro de la cancha. Fue algo caótico, esto no lo veía desde hacía 30 años dentro del fútbol. Atrasa 40 años», dijo.
«Es una pena que habiendo un estadio como el Único, un partido de esta naturaleza se tenga que jugar en uno obsoleto, donde no están dadas las condiciones», concluyó.