En una liga plagada de estrellas, con futbolistas y entrenadores de élite, lo que le faltaba a la Premier League era la presencia de Lionel Messi para reafirmar que es la competencia más atractiva del mundo a nivel nacional. Todo parecía estar cerca de concretarse, muy cerca, pero el rosarino finalmente decidió quedarse en Barcelona y el Manchester City deberá esperar.
Apenas trascendió que Messi había tomado la determinación de irse de Barcelona, los rumores de clubes interesados no tardaron en estallar. En esa carrera hubo un club que tomó ventaja y fue sin dudas el City, que comenzó a diseñar la ingeniería para sumar al jugador.
Un tema muy candente en esta historia fue cómo afrontar el elevado costo de la operación sin violar las normas del fair play financiero que tantos dolores de cabeza le dio al City en los últimos tiempos. Primero se habló de una cláusula de rescisión de 700 millones de euros pero rápidamente desde el entorno de Messi dejaron en claro que eso no existía.
Según explicó el experto en finanzas Kieran Maguire en diálogo con The Athletic, la transferencia podía hacerse en torno a unos 160 millones de euros. Los ingleses podrían ofrecerle a Barcelona un plan de pagos anuales que, junto con el costo salarial del futbolista, no comprometerían las reglas de FPF.
Otro aspecto a tener en cuenta es que para el City era importante hacerse con Messi pero sin causas judiciales pendientes. Sobre el tema habló la semana pasada en Sportia Gustavo Abreu, abogado especialista en derecho deportivo que además trabaja en el TAS: “Judicializar esto no le conviene a nadie. Aquí van a ganar las dos partes si Barcelona recibe lo que más o menos tiene pensado y el jugador se puede ir a hacer su vida en otro club. Si esto no se soluciona pacíficamente al jugador le pesa la situación a futuro”.